lunes, 22 de noviembre de 2010

El día que más lo quise fue el día en que lo perdí.

Shakespeare también dijo: “El amor es ciego”
Eso evidentemente es algo que es muy cierto, a veces quizás no. Para muchos, inexplicablemente se desvanece como esa neblina de mañana cuando comienza a salir el sol; otros, simplemente lo pierden, lo pierden de esa manera donde nada se puede hacer; pero claro también se puede encontrar el amor, andando por ahí, aunque solo dure una noche o dos.
Pero también hay una clase de amor, esa que sale del corazón y que corre por las venas como un veneno, el más cruel, aquel que casi mata a sus víctimas, ese amor que es de fantasía, de ese que es como los dulces, que siempre agrada su sabor, esa clase de amor que te vuelve adicto, que es muy peligroso, que lastima, que te hunde, que te eleva y muchas veces te destruye, estoy hablando del amor no correspondido, ese en el que yo soy un experto, quizás no comprendo que las historias de amor tratan de dos personas que se enamoran mutuamente, pero que hay de nosotros ¿Qué hay de los demás? ¿Dónde están nuestras historias?, las historias de los que nos enamoramos solos; somos víctimas de un romance desequilibrado, somos los malditos de los enamorados, los atentos, los no amados, los heridos, los perfectos pero no adecuados, los incapacitados sin un corazón para estacionarnos, pero como dice una amiga, eso pasa porque uno quiere ¿No?, digo yo lo he querido inevitablemente, pero de forma voluntaria, por eso he de admitir que los días en que me he enamorado han sido de los mas oscuros en mi vida, porque sufro esa maldición de enamorarme de un hombre que no me ama a mi, pero que se puede hacer, quisiera olvidar lo que siento cuando estoy con él, cuando la veo venir, cuando mi tonto corazón se acelera, cuando se que lo veré, cuando solo pienso en él, los mismos síntomas de siempre, de esta cruel enfermedad, de ese amor tan banal, tan cruel cuando lo miro, ese amor no correspondido…

No hay comentarios:

Publicar un comentario